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sábado, 24 de septiembre de 2011

DE JAURETCHE, ARGENTINA, VIAJES Y REALIDADES…

Saludos viajeros. Los acontecimientos de Septiembre hicieron que pase poco por acá. No es que no sucediese nada interesante (todo lo contrario) solo que por andar acompañando (de familia y amigos en distintas oportunidades) no me he sentado. 

Ahora nuevamente solo, tirado en la terraza de un hostel en Alicante, Amstel (1) de por medio y a horas de volar al desierto de Marruecos, voy a ver si puedo pasar en limpio algunas cuestiones que me entretuvieron este último tiempo…


DE JAURETCHE, ARGENTINA, VIAJES Y REALIDADES…

Tiempo atrás se colgaba en este blog un post titulado “CAMBOYA - SIEM REAP. “COMO NACEN LAS IDEAS”.  Influenciado por las obvias circunstancias, la lectura del día, la familia de visita y los amigos locales que oficiaron de anfitriones, ocurrieron algunas sinapsis interesantes. Por la naturaleza del texto, me cuesta sistematizar las ideas… espero transcribir algo más o menos claro. 

Después de viajar por poco más de siete meses; habiendo perdido la cuenta de los kilómetros recorridos, los países pisados y las iglesias visitadas (de viaje se visitan muchas iglesias… quizás demasiadas), tuve una pequeña epifanía. Al principio me indignaba un poco olvidar nombres de ciudades, museos y atracciones. Un dia me di cuenta que habían ciertas cuestiones que recordaba con asombroso lujo de detalle… las distintas realidades de las personas que tuve la suerte de conocer. Mientras escribo, hago un esfuerzo para recordar todos los monumentos que vi en Roma pero no me cuesta nada recordar los días con Carlo, Corrado y Francesca en los campo de Puglia donde enfrasqué alcachofas y pode una zarza hasta que me sangraron los brazos. En Grecia me fascinó toda la historia Clásica, pero me fascinó muchísimo más escuchar a Artemis María y Iorgos contarme sus historias. Agia Sofía en Estambul es algo realmente increíble, pero lo fue mucho más sentarme a tomar un té turco con el dueño del hostel quien me contó de sus familia Kurda y como la persiguieron durante el gobierno de Ataturk (Aclaro, “Kurda” con K, del gentilisio, no es que era una familia que se ponía en pedo). Y así, de cada lugar guardo recuerdos de un montón de Iglesias, pero muchos más de las personas que los definieron con más precisión. 

Quizás el colega viajero que este leyendo no logre comprender bien, pero para mi significó una gran liberación. Liberación del pesar que sentía por olvidarme de los detalles del viaje y liberación al descubrir algo que en esencia considero años luz más interesante.

Redondeando, al final del día se pueden haber visto muchos ladrillos y paisajes, pero las historias de las gentes que habitan esos lugares están mucho más allá…. Una pena no poder tomar una fotografía del las historias, charlas y debates que he tenido a lo largo del camino… de estas distintas realidades.

Ahora viene la parte difícil… conectar eso que acabo de explicar muy deficientemente con la siguiente idea. El Doctor Fucito, uno de los grandes maestros que he tenido la suerte de conocer, profesor de Sociología, me enseñó que el ABC en esta materia es el siguiente: Es casi imposible desprendernos de nuestra propia realidad al momento de contemplar o analizar otra que nos es ajena. La manera en que vemos las cosas está condicionada por nuestras propias vivencias y formas de pensar. Supongo que a un argentino de viaje en Francia le va a llamar mas la atención comer ancas de rana o caracoles que un bife de chorizo (Entrecot para mis amigos españoles). Con este ejemplo estúpido lo que quiero decir es que todo lo que percibimos está condicionado por nuestra mmmmmm idiosincrasia.

Hace unos veinte días me encontré con parte de mi familia en Paris y viajamos un tiempo juntos. También en distintos lugares de Europa y Asia conocí varios argentinos. En ambos casos me llamó la atención lo mismo. Como percibían algunas aristas de la realidad de turno y las comparaban con nuestra tierra, generalmente para denotar alguna falencia que tenemos como sociedad. Me recordé haciendo lo mismo al principio del viaje. 

Y aquí entra en escena Jauretche. A riesgo de hastiar al lector y perderlo en el camino, menciono a otro gran maestro, el Doctor D’ahuria, quien me introdujo en la lectura de este “Revisionista”. Jauretche en su libro “Manual de zonceras Argentinas” nos dice que históricamente se ha insertado en el imaginario colectivo de nuestra sociedad las bondades de Europa, su magia. Es más, muchos de nuestros dirigentes hicieron política bregando por los intereses del viejo continente. Como contraposición, no es extraño escuchar la frase “este país de mierda” (y sus ingeniosas variantes) en boca de un argentino.  A riesgo de caer en comparaciones, actividad que justamente repudio en este texto, jamás jamás jamás escuche a un Francés, Inglés o Alemán decir “este país de mierda” cuando se referían a sus hogares. Haber conocido otras realidades me hizo darme cuenta que, monumentos más, monumentos menos, al final del día todos tenemos que lidiar con alguna dificultad. Quizás parte de nuestro problema como nación sea ese complejo de inferioridad al momento de compararnos con otras partes del globo (mas la cereza del postre; nuestra soberbia para creernos superiores en otras cuestiones, quizás menores, como el futbol, la carne, las mujeres y demás).

Con esto no quiero decir que estamos a la altura de las potencias del mundo, sino que es una pérdida de tiempo pensar en todo lo que nos falta y diferencia. Mejor sería crearnos un país a la medida de nuestra idiosincrasia… argentina (con todo lo que ello significa).

Quizás la nostalgia que me da el tiempo fuera me haga pensar de esta manera y cuando vuelva, al cabo de unas semanas, estaré puteando, junto con parte de los argentinos, por la inflación, la polarización, la inseguridad, la incapacidad de nuestros políticos, y cuanta otra cosa sea merecedora de ser puteada. Quizás por eso escribo esto… ME escribo esto. No para usted sino para mi mismo… para recordar el magnífico lugar de donde vengo.


1.- Cerveza holandesa.

martes, 30 de agosto de 2011

La otra cara.


Generalmente viajar se asocia con experiencias placenteras. Relajarse en alguna playa, recorrer una ciudad desconocida, o simplemente alejarse unas horas de casa a desconectar un poco de la rutina. Claro que están esos acontecimientos que no salen según lo planeado. Una valija que va a parar a otro vuelo, una rotura en el auto que te deja varado a mitad de camino, algún amigo de lo ajeno que te roba la cámara o la billetera. 

Obviamente, estos y otros incidentes que pueden suceder de viaje no ocurren de manera voluntaria. Nadie manda su valija intencionalmente a otro vuelo, o le quita el aceite al auto antes de viajar. 

Ahora usted estimado viajero se preguntará a donde apunta esta introducción… resulta que hoy descubrí que cuando estamos de viaje, podemos hacer cosas que de antemano sabemos que no nos van a causar ningún tipo de placer, pero que aun así no podemos evitar. Para ser sincero intenté evitarlo en dos oportunidades hasta hoy cuando ya no hubo manera de mirar para otro lado.

Hoy fui al campo de Concentración de Dachau.

En Ámsterdam vagando por la ciudad alguien me contó la historia de los judíos holandeses, que eran capturados al abrigo de la noche para que el resto de la población conservases esa sensación de “acá no pasa nada”. Y todos sabemos la facilidad que tiene el ser humano para hacer la vista gorda. 

En Copenhague, tuve una charla muy interesante con un guía gay que me contó parte de las atrocidades que sufrieron los homosexuales durante la segunda guerra mundial. 

Estando en Berlín tuve la oportunidad de ir a ver uno de los numerosos campos de concentración que, hoy en día en forma de memoriales, rodean a la capital. Decidí no hacerlo. No me sentía con ganas. 

En Republica Checa tuve más o menos la misma oportunidad. El campo estaba situado a las afueras de Praga. Tampoco tuve coraje suficiente como para vivir un poco más cerca esa parte de la historia.

En Múnich ya no hubo manera de evitarlo. Ayer había averiguado los horarios y hoy por la mañana, tirado en la cama, me encontré inventándome excusas para saltarme el plan.  Terminé arrastrándome hasta el punto de encuentro e inicie el recorrido…

No voy a entrar en detalle sobre las cosas que vi durante las 4 horas que duró el recorrido. Me resulta mucho más fácil adjuntar el video que se ve a continuación. Habla por sí solo y muestras algo de lo que vi hoy… algo que creo nunca voy a olvidar.

Como mensaje esperanzador, quiero decir que mientras recorría las instalaciones vi más de un grupo de adolescentes alemanes acompañados de un profesor que les contaba la historia “in situ”… Quizás así se logre nunca tener que volver a escribir semejante capitulo negro en las páginas de la historia.

Y como dijo el difunto Ernesto Sábato “NUNCA MAS!”

Por favor, vean el video de principio a fin, tiene partes muy difíciles de soportar, pero… Hey! De verdad sucedieron…




domingo, 28 de agosto de 2011

HACER EL CAMINO (FINAL)

24/08/11
En alguna parte sobre las vías entre Praga y Budapest.



Sobre el final, parece apropiado recordar las voces del principio. Algo más de cuatro mil palabras después, un par de anécdotas, un poco de historia, una vaga idea de una aventura… y una gran decepción. Comencé excusándome y parece que termino de la misma manera. Me releo y me doy cuenta que no estoy ni cerca de de esbozar una idea apenas aproximada de lo que fueron estas dos semanas. Parece más noble claudicar ahora con algo de dignidad y no prolongar esta suerte de sátira.

Si pudiese reescribir estas crónicas, intentaría hacer uso de los argumentos mas sólidos que la experiencia me dio para convencer a quien sea del porque de hacer el Camino de Santiago. Podría relatarle un sinnúmero de fotografías increíbles. Y cuando digo fotografías no me refiero a un pedazo de papel impreso, me refiero a las imágenes mentales que tengo mientras escribo este colofón. Describiría con lujo de detalles como el rocío te moja las zapatillas a la mañana temprano y “la fresca” te sobrecoge, como la lluvia de abril te acompaña un día entero en el cual sabes que tenes que seguir caminando y no hay toldo donde refugiarse. Describiría como vi parir a una yegua salvaje en el medio de las montañas de Cantabria y lo que significó ver parase al potrillo (Juro por mi madre que esto pasó). Mencionaría a cada una de las almas que conocí y cada paso que nos tocó caminar juntos. También contaría lo que sentí durante los pasos que elegí caminar solo. Dedicaría un párrafo entero a describir los manantiales que más de una vez me salvaron de morir deshidratado en el medio del bosque, y me cortaría los dedos antes de omitir mencionar el sabor incomparable que tiene el “pulpo a feira” acompañado con orujo que te reconforta y calienta cuerpo y alma después de un día largo (también te empeda si te pasas de copas). Definiría palabras como Zurrón, Horrio, panadero, compostelana, Año jacobeo, botafumeiro y Hospitalero. Intentaria pasar en limpio todos los conocimientos que me transimitio el camino, de él y de mi mismo.

Si no pude describir todo lo que viví, y espero me sepas disculpar, es solo porque creo que carezco de la suficiente inteligencia emocional como para expresar apropiadamente lo que sentí.

¿Pero como no hay relato de la llegada a Santiago?...

No, no lo hay. Si algún día alguien que haya leído estos textos tiene la suerte de transitar por el camino, entenderá por qué. Claro que llegar es un objetivo… pero no el único y mucho menos el más importante.

Como lo que se lee es lo que hay, y como Borges solo hubo uno, no me queda más que cerrar esta crónica con una pequeña enseñanza… no, no… una pequeña sugerencia. Si algún día te cruzas con un peregrino, levanta la mano y gritale “Bueno Camino!”. Te dedicará una sonrisa, te devolverá el saludo de la misma manera y seguirá la ruta con mas fuerzas…

Y para la peregrinación de la vida, con la mayor sinceridad del mundo, les deseo un buen camino a todos.

Dedicado a las personas que coincidieron conmigo en las distintas etapas del camino... Agrego algunas fotos de los que pude fotografiar. De los que no, espero sepan disculpar.

P.s: Clickeando la foto se agranda.















sábado, 27 de agosto de 2011

A PROPÓSITO DE ARGENTINA, SICOLOGÍA, VIAJES, PERCEPCIONES, PERSPECTIVAS Y ESPAÑOLES

En este momento estoy leyendo “La aventura de viajar” de Javier Reverte. El autor español, ejerció la profesión de periodista, corresponsal y otros cargos del rubro durante 30 años para luego dedicarse a tiempo completo a viajar (suerte para él) y a escribir esos viajes (suerte para nosotros… o al menos para mí). 

De una manera sincera, haciendo gala de un estilo llano y directo, Reverte cuenta sus anécdotas así como las vicisitudes de vivir de la pluma. Para ser sincero, antes de empezar el libro no sabía nada del autor. La verdad es que en algún lugar que no recuerdo, alguna persona que tampoco recuerdo, me lo sugirió. Gracias a las bondades de la red y a algún que otro conocimiento técnico del que me jacto de tener, mi teléfono cuenta con una modesta colección de libros que me acompañan las 24 horas. Hace unos días agregue el arriba mencionado. 

 Quizás lo único que le puedo observar a este libro es la falta de hilo conductor. El autor de repente te está contando como hizo un reportaje sobre las geishas en Japón y luego volteas la pagina y pasa a contarte como cubrió la guerra de Yugoslavia en el 91. Así que acá estoy, leyendo sobre uno de esos temas y llego a un punto y aparte… Lo que le seguía a ese punto lo transcribo textual… Bueno, quite la palabra “los” entre “quedamos” y “segundo”  de la ultima frase del texto… pero solo porque entiendo que mis conocimientos del español argentino son mas acertados que la memoria del respetado autor. Por demás, cada punto y coma… 

Que lo disfruten…

…Otro de aquellos viajes que llevé a cabo trabajando para televisión fue a Argentina. Era el año 1990, el país llevaba un año gobernado por Carlos Saúl Menem y acababa de entrar en bancarrota. El descontento social era enorme, no sólo por el empobrecimiento que atenazaba a la mayor parte de la población, sino también porque Menem había decidido amnistiar a los militares responsables de  la sangrienta dictadura argentina, entre ellos al general Galtieri, jefe del ejército durante la guerra de las Malvinas, y al general Videla, el más importante asesino de la Junta Militar, instigador de miles de crímenes y desapariciones. 

El cameraman que me acompañaba era mister War, el mismo que viajaría conmigo unos meses después a las Malvinas y sobre el que ya he hablado antes. En cuanto al ayudante, era un chaval alegre y eficaz que se llamaba Valentín López. Pese a mister War, el trabajo fue más o menos bien. Incluso puede decirse que tuvimos un viaje afortunado, pues la crisis financiera había revalorizado nuestros dólares de tal manera que podíamos comer en los restaurantes de mayor calidad y lujo de Buenos Aires por el equivalente a tres euros de hoy y sin privarnos de nada. 

Creo que el de Argentina fue el mejor reportaje que he hecho en mi vida para televisión, porque reunía actualidad, historia, crítica social, vida y humor. Y porque elegí un tema central para tratar de explicar la situación que vivía el país: el psicoanálisis. Lo llamé «Argentina en el diván». 

Se dice que, después de Nueva York, Buenos Aires es la ciudad del mundo que cuenta con un mayor número de psicoanalistas, y en  aquellos días, se calculaba que había uno por cada doscientos porteños. En una céntrica plaza de la ciudad, se alzaba, y supongo que todavía se alza, una enorme estatua réplica exacta de El pensador, de Rodin. Y en el elegante barrio de Palermo, abundaban los bares, cafeterías y confiterías con los nombres de psiconalistas famosos: «Café Sigmund. Infusiones y mate», recuerdo que era el nombre de uno de ellos. En 1990, estudiaban psicoanálisis en la universidad de la capital nueve mil jóvenes, distribuidos en las diversas escuelas del pensamiento psicoanalítico: principalmente las clásicas de Freud, Jung y Lacan, más la del argentino Enrique Pichón Riviére. 

En un país con la renta per cápita «decapitada», como ironizaban los periódicos, y una deuda exterior de setecientos mil millones de dólares, tan sólo los psicoanalistas hacían su agosto, pues uno de cada cuatro habitantes de Buenos Aires, por referirnos tan sólo a la capital, pasaba por sus divanes. Había especialistas en problemas laborales, matrimoniales y sexuales. Incluso en niños maltratados por sus madres, madres maltratadas por sus maridos, maridos maltratados por la empresa, empresarios maltratados por los bancos y banqueros maltratados por las decisiones del Gobierno; y supongo que también para ministros maltratados por  la prensa, periodistas maltratados por los directores de sus periódicos y directores maltratados por sus empresarios. 

Por supuesto que existían gabinetes dedicados a las madres de los desaparecidos en la dictadura, otros para torturadores arrepentidos  e, incluso, para excombatientes derrotados en la guerra de las Malvinas. El escenario curativo iba desde el diván tradicional de Freud hasta el psicodrama inventado  por Pichón Riviére. La obra de teatro de más éxito en Buenos Aires, por aquellos días, era una comedia sobre Sigmund Freud y una famosa paciente. 

Todo el tejido social y cultural estaba impregnado  por el psicoanálisis. Como me explicó un periodista bonaerense: «Cuando un niño carece de caprichos, no se dice que es poco caprichoso, sino que tiene un carácter regresivo. El del psicoanálisis se ha hecho ya un lenguaje de la calle». 

Desde 1990, Argentina ha pasado por nuevas esperanzas, nuevos Gobiernos y nuevas crisis. Cuando lo dejé, era un país desanimado, abrumado por la fatiga y la escasez, desprovisto de la prepotencia y desfachatez que se  atribuye a sus habitantes. No sé cómo será quince años después, pero por aquel tiempo comenzaba a aprender a reírse de sí mismo. Y ya se sabe que, si uno aprende ese arte incomparable, tiene material para reírse toda la vida. 

Recuerdo, por ejemplo, que un chiste publicado en prensa por aquellos días atribuía a un general de la antigua dictadura, con motivo del octavo aniversario de la derrota en la guerra de las Malvinas, la siguiente frase: «Che, después de todo no estuvo tan mal: quedamos segundos».


jueves, 25 de agosto de 2011

HACER El CAMINO (Parte IV)


21/08/11
En alguna parte sobre las vías entre Copenhague y Praga.





…¿Mencioné que la ruta elegida se llamaba “El camino primitivo”?... Quizás sea conveniente aclarar una cuestión de carácter técnica antes de continuar. El camino de Santiago no fue caminado por el apóstol homónimo, al contrario de lo que mucha gente cree. En teoría, la historia es más o menos así…  Resulta que por aquellos años (a falta de un dato más preciso debo usar la frase “por aquellos años”) era tremendamente beneficioso para una ciudad ser escenario de algún tipo de milagro, o contar con alguna reliquia religiosa. Esto generaba oleadas tremendas de peregrinos y por ende platita, fama y prestigio para la ciudad, y para la feligresía también, claro.

Por nombrar algunos ejemplos, “La hostia levitante e ignifuga” de la ciudad de Ámsterdam, O “la Virgen atrapaladrones” en la ciudad de Praga. (esta última historia es muy divertida… involucra la amputación de una mano para quien le interese buscarla. La mano, al día de hoy, esta embalsamada y colgada en una de las iglesias de la ciudad).

Volviendo a lo que nos compete. Parecería ser, se dice, cuentan las viejas mientras barren la vereda, que aparentemente la reliquia que se encuentra en Santiago de Compostela y que le da el nombre a la ciudad, son los mismísimos restos del apóstol, los cuales habrían llego flotando desde el mar (ya que el apóstol fue martirizado en Jerusalén). Hasta acá un cuerpo flotando en el mar no parece gran milagro. Pero Santiago no sea andaba con vueltas y llegó flotando con féretro y todo, y este féretro, conforme las modas de la época, era de piedra… He aquí el milagro y la reliquia todo junto.

Bueno, la cuestión es que no se supo de la tumba de Santiago durante mucho tiempo, hasta que allá por el siglo IX, el Obispo Teodomiro vio en un monte un cuerpo mutilado y dijo:

_ Hostias! Este tiene que ser Santiago el Mayor.

Claro, lo que Teodomiro no había calculado, es que Santiago era Coetáneo de Jota Ce, lo que significaba que había vivido algo así como 800 años antes. Pese a la falta de heladeras, el cuerpo se encontraba en  buenas condiciones (Bueno, ya “encontrarse” luego de 800 años es más que valorable).

Como no se encuentra los restos de un Santo todos los días, y como Teodomiro había tomado un curso acelerado de Marketing, le envió un mensajero al Rey de la época, quien se encontraba en Oviedo. El mensaje más o menos decía así:

“Su Majestad: He encontrado un Estandarte para la Guerra contra los Moros. Di con la tumba de Santiago el Mayor”.

Alfonso II de Asturias, a quien se lo conocía como “El casto”  recibe el mensaje. Acá las crónicas difieren. No se sabe bien si Alfonso marcha hasta Santiago excitado por la idea de tener un santo en sus tierras, o si simplemente marcha por el hastío de ser casto (También se dice que Berta su esposa, luego también marcharía a Santiago a pedir que Alfonso se deje de joder con eso de la Castidad).
Cualquiera haya sido la razón, la expedición partió precisamente desde Oviedo y concluyó en Santiago con la visita de los restos del Santo. De ahí, esta ruta de peregrinación a Santiago de Compostela se la conoce como “El camino Primitivo” habiendo sido el primero en transitarse. Hoy en día el que goza de mayor popularidad es el “Camino Francés” el cual (aclaro para quienes carezcan de sentido común) comienza en Francia.

Bueno hasta acá un poco de historia mezclada con leyenda (lo que vendría a ser mitología).

Yo tengo mi propia definición de “primitivo”, que acuñé a lo largo del camino. Esta ruta, no solo es la más antigua de todas las que van a Santiago. Sino también goza de fama por ser la más dura. En los sucesivos días, la irregularidad del camino junto con la extensión de las etapas fue un combinación destructora. Ciertamente primitivo. Pero como dice la abuela Piti… es hasta que se hace cayo.

Explicado el nombre, aclaro algunas cuestiones inconclusas de la entrega anterior.

En primer lugar, efectivamente el segundo día empecé el camino con uno 7 kilos menos gracias a la amabilidad del hospitalero del primer albergue. También a él le debo la vieira reglada que me acompañaría el resto del camino. La historia de las Vieras es interesante; me tomo unos renglones para contarla… Resulta que antaño, el peregrino no solo debía llegar a Santiago de Compostela. La peregrinación concluía en Fisterra, lo que implicaba dos jornadas más de caminata para llegar al mar. Efectivamente para los conocimientos geográficos de la época, era e fin de la tierra. Ahí se quemaban las ropas en un gesto de purificación y se tomaba una vieira de la playa.

Como todavía no había inventado “Easy Jet” ni “Ryan Air” ni trenes y colectivos, al desgraciado peregrino no le quedaba más opción que desandar los pasos hasta su pueblo donde sea que este se ubicase. Pero tenía la vieira… la cual demostraba que ese Peregrino había completado el camino y  había llegado al fin e la tierra. Hoy en día la vieira tiene más pinta de amuleto que otra cosa.

En segundo lugar, dije que la compra de las zapatillas resultaría ser un desastre mayúsculo. Pues bien, así fue. El Hecho de ser un poco holgadas, la primera jornada no se notó, la segunda dejó algunas marcas coloradas… La tercera jornada me sacaría mas ampollas de las que puedo recordar haber tenido nunca.

Tener un par de ampollas no parece gran cosa, pero si la mayor actividad del día consiste en caminar entre las montañas, deja de ser un detalle para convertirse en el mayor foco de preocupaciones. Mi caso fue de libro, pero casi todas las personas que conocí en los 15 días que duro la travesía, antes o después, tuvieron problemas con ampollas o paspaduras.

Hay otro gran fantasma para el peregrino… el de los calambres. Hablando de esto, y en honor a la verdad, me voy a sincerar. Antes dije que había caminado aproximadamente 340 kilómetros en lo que duró la travesía. La realidad es que deben haber sido aproximadamente 335.

Sobre el séptimo día de caminata, noté que llegaba al final de la etapa con los cuádriceps muy sobrecargados. Durante el octavo día, más que notarlo lo experimenté en cada célula. En el medio de un bosque a unos 8 kilómetros de Lugo, ya en Galicia, se me acalambran los dos cuádriceps. Cuestión que ahí estoy en el medio del bosque totalmente acalambrado. Me tiro en una piedra mojada (el día anterior había estado lloviendo) a esperar que se pase un poco el dolor. A la hora de estar sentado, 2 o 3 cigarros después, sigo igual de acalambrado que al principio. No queda otra que seguir. Se me caen las lágrimas a cada paso que avanzo. Un par de kilómetros después y habiendo conectado con un camino rural, hago dedo a una camioneta. Nuevamente mi cara de desesperación asusta a la gente. El señor me pregunta a donde voy, le digo que por favor me deje en el próximo pueblo de donde pueda tomar un colectivo a Lugo.

Ese día, ya tirado en el albergue, me dolía más la moral que las piernas… un dolor mucho peor. Además asechaba el miedo de no poder terminar con lo que había empezado. Si me lo tomaba más tranquilo no llegaba a concluir el camino a tiempo. Y mucho menos si descansaba un día…

El tren, entra en la estación de Praga, alguien habla en checo por unos altoparlantes. Supongo que debe decir algo así como “Bájese si no quiere terminar en Eslovaquia”. Hago lo propio…











martes, 16 de agosto de 2011

Hacer el Camino de Santiago (Parte III)

10/08/11
En alguna parte sobre las vías entre Luxemburgo y Ámsterdam


…La improvisación del primer día pasaría factura. Un gran número de cosas salieron mal, como toda empresa que se inicia sin más que buenas intenciones. En primer lugar, cargar con veinte kilos es físicamente imposible si se piensa caminar 30 kilómetros por día. Llevo la mochila grande sobre la espalda y la pequeña sobre el pecho. Más de un 25% de mi propio peso en carga. Luego me enteraría que se recomienda no excederse en un 10% del propio peso. En segundo lugar, si quiero parar a charlar con los personajes variopintos que me vaya presentando el camino, tengo que comenzar a caminar mucho antes de las 11 de la mañana. Por último, las zapatillas de diez libras tampoco fueron la mejor adquisición. Son un número más grande y dejan un poco libres los pies. Esto último el primer día no fue un gran problema, pero resultaría ser un desastre mayúsculo los días subsiguientes.

Durante ese primer día, no hubo un segundo en el que notara cada uno de esos problemas. Estaba demasiado contento como para detenerme en “pequeños detalles”. Todo vendría a mi cabeza caída la noche. Algunos detalles por mis propios razonamientos, otros gracias a la ayuda del Hospitalero del primer refugio. La secuencia se desarrolló más o menos así…

A media tarde me siento a descansar un poco las piernas en el bar de uno de los pequeños pueblos que en el norte de España aparecen cada alrededor de 10 kilómetros. Saco unas cuentas rápidas de la distancia recorrida en el tiempo que llevo y hago una proyección aproximada. El resultado no es solo “poco alentador” sino que es “alarmante”. Si todo sigue al mismo ritmo (y así sería ya que no podía caminar más rápido) llegaría al refugio de peregrinos a las 10 de la noche. El camino lo hice durante abril, primeros días de la primavera Europea, cuando a las 10 ya estaba bien entrada la noche. Voy hasta la barra del bar y les pido por favor me dejen utilizar el teléfono para una llamada local. Como la gente esta predispuesta a ayudar a los peregrinos, y como yo ya tengo un poco más de pinta de uno, me prestan el teléfono. Aviso al albergue que voy a llegar muy tarde, que voy a pie y que por favor me guarden el lugar. Todo esto tiene una lógica que explicaré más adelante.

Como era de esperarse, caída la noche, se me hace muy difícil seguir el sendero, no veo nadie por ninguna parte y no sé si me faltaban 3, 5 o 10 kilómetros. Encuentro una casa que tiene algunas luces prendidas. Subo la escalinata y golpeo la puerta. Creo que fue en ese momento que me di cuenta lo mal que traía las cosas. Fue la cara de la señora que me abrió la puerta lo que me lo hizo entender. Ahí tenia la pobre señora parado en frente a la puerta de su casa a un peregrino todo sudado, acarreando 20 kilos, y con una barba de 3 meses (me había afeitado por última vez horas antes de ir a Ezieza).

_ Buenas noches. Disculpe la Molestia. ¿Me podría indicar si por acá voy bien hacia el Albergue de peregrinos?. Mientras decía esta frase relojeaba el porche de la señora imaginando como podría acomodarme ahí para pasar la noche.
_ Si joven, no le falta mucho. Un kilometro en esa dirección. Verá las luces cuando llegue.
_ Muchísimas gracias.

Como había calculado, a las 10 de la noche, golpeo las puertas del hostel…

_“¡Hombre has llegado!” Me dice el hospitalero, a lo que le sigue un aplauso de unos 12 peregrinos que se encontraban sentadas terminando de comer. Me pongo rojo de vergüenza, sobre todo porque creo que festejar la estupidez no tiene sentido, y era exactamente lo que estaba sucediendo. Había llegado tardísimo, cargando el triple del peso aconsejado y sin luz, sin mencionar que dar con el Albergue me había resultado casi imposible… Una estupidez…

 Pero estaba feliz. Había finalizado, contra viento y marea, el primer día de la peregrinación. Tras la charla con el hospitalero me daría cuenta que lo más sensato del día había sido darle una llamada a medio camino.

_ Qué suerte que me llamasteis!  Después de tu llamado vinieron unos ciclistas a los que les tuve que decir que no tenía lugar ya que te guardaba una cama.

Resulta que los albergues de peregrinos tienen establecido un orden de prioridades. En primer lugar, solo se puede parar en ellos si estás haciendo el camino, en otras palabras, si eres peregrino. Luego cuenta también de que manera lo estás haciendo. Quienes van a pie tiene prioridad sobre los ciclistas y estos a su vez tienen prioridad por quienes lo transitan a caballo (si, también se puede de a caballo pero no tuve la suerte de ver a ninguno).

Efectivamente me quedaba la última cama del albergue. A esas alturas podría haber dormido en el pórtico y poco me hubiese importado.
_ “Hombre dejame ver esa mochila”, continua el Hospitalero quien tras terminar de pronunciar la frase, toma la mochila por el asa superior y la levanta.
_ Joder!!!! Con esto no vas a terminar el camino. Te va a agarrar una tendinitis en menos de tres días.
No me pareció sensato discutir con una persona que trabaja como voluntaria en un albergue, recibiendo más y más peregrinos cada día. No había dudas de que tenía razón.
_ Mira. Lo que podemos hacer es lo siguiente. Metes todo lo que no necesites en una caja y yo en un par de días te lo envío directo a Santiago, a oficina de correos, y luego tú lo retiras allí.

Debía esperar un tiempo porque en oficina de correos solo mantienen los paquetes durante 10 días y luego los devuelven a domicilio de origen. De otra manera el paquete sería devuelto antes de que yo llegue a retirarlo. Le agradezco enormemente la molestia, me doy una ducha, como algo que había comprado en un supermercado a media tarde, otros peregrinos me regalan unas copas de vino que en el estado en el que me encontraba tenían gusto a gloria, y me voy a dormir. 
 
Creo que no dormí... fue más como morir durante 8 horas….

El tren cruza un canal, reduce la marcha y entra en la estación de Amsterdam….



sábado, 13 de agosto de 2011

AMSTERDAM (Por Superman Ramón)


Dedicado a Superman Ramón, que tiene un poco de todos y cada uno de mis amigos
Y a Jesús, que es uno de ellos.
 
 
Situación: Con un amigo venezolano, hace algún tiempo en alguna playa de algún lugar que ya no me acuerdo, tirados en la arena, birra de por medio, en silencio, cara de contemplación, mirando las señoritas pasearse. De repente de la nada el amigo venezolano suelta esta:

_ Sabes che que en Venezuela hay un tipo que se llama “Superman Ramón”.

La frase es textual con el “che” incluido. Con el pana venezolano tuvimos intercambios de ideas y también de modismos.

_ Dejate de joder Jesús! Que va a haber un tipo que se llama Superman Ramón.
_ Si si. Cuando hicieron las últimas elecciones, subieron el padrón a internet y una revista se dedicó a buscar las personas con los nombres más extraños. Era un tipo que vivía en el medio del campo, le hicieron una entrevista y todo.
_ Que hijo de puta!
_ El tipo?
_ No el padre, que le puso ese nombre.

Pues bien, esta conversación de dos personas que contaban con todo el tiempo del mundo (forma delicada de decir “estaban bien al pedo”), no quedó ahí… fue el pequeño germen de “La criatura”.

Con Jesús viajamos durante 2 meses por distintas partes del Sudeste Asiático, lo que nos dio la oportunidad de conocer mucha gente. Como las charlas se repiten, como hay historias que es mejor contarlas como ajenas, y como nos robamos un par también; Superman Ramón comenzó a tomar forma para ser el personaje de una mezcla de anécdotas propias, ajenas e inventadas. (Era SÚperman Reimond, marcando la U, si contábamos la historia en inglés).

Cuestión que esta estupidez para el lector, a los viajeros nos hacía muchas gracias. Así que el pobre Superman Ramón vivió todo, le pasó de todo y se las pasó a todas. En fin….

¿A que no me creen si les digo que cuando me bajé del tren en Ámsterdam Central, me encontré con Superman Ramón? Si si….

_Ramón! (a mi me permite Ramón porque lo conozco desde hace tiempo, para el resto es “Señor Superman”)
_Ehhhyyy Bauti!! Justo me estoy  por tomar un tren. Me voy de la ciudad.
_ Pero Ramón! Tirame alguna data aunque sea antes de irte!
_ Tengo 20 minutos. Te condenso los días en Ámsterdam….

Y ahí nomas, sin café de por medio, me empieza a contar el Ámsterdam de los últimos cuatro días. Claro que nunca sabré (y por consiguiente usted entusiasta viajero tampoco) si lo que me contó Superman Ramón le paso a él, si se robó las historias o si se cansó de contarlas y se inventó unas nuevas. Lo que sí sé es que todas pudieron ser verdad...

_ Acá la cosa arranco malparida de entrada che. Ya te digo, de movida llego al hostel y las minas de la recepción tenían una cara de orto que daba ganas de abofetearlas. Como llegué medio tarde me mande al sobre directo. ¿Podes creer que a las 5 de la mañana andaba dando vueltas por el cuarto un hijo de puta que no encontraba su cama? Despertaba uno por uno a todos los que estábamos durmiendo preguntando “¿Esta es mi cama?” a lo que siempre recibía la misma respuesta: “NO!”. Eran las 5. Me acuerdo porque con el quilombo me desperté y miré el reloj. Pero pará, que no termina ahí. A las nueve de la mañana cae al cuarto la dueña del hostel. La misma hija de puta que me había atendido en la recepción el día anterior.
 
Ramón es un poco mal hablado sí. Continúa…
 
_ Resulta que el tipo que no había encontrado su cama, en mitad de la noche se había ido a quejar a la recepción. La mina se mete en el cuarto y de nuevo empieza a despertar a todos, pero con mucha menos delicadeza que el fumado de las 5 de la mañana. “Acá hay un colado!!” gritaba y pedía todos los pasaportes. Tenía una lista con la gente que debía estar en la habitación. Por suerte el segundo nombre que lee es “Superman Ramón” y ahí me quedo tranquilo. Pero en un momento le pide el nombre a un Israelita que estaba en la cama de al lado y le dice que no está en la lista, que le dé ya el pasaporte y que iba a tener quilombos. El pobre Israelita no hace más que afirmar que él pagó todo… En fin, cuestión que a los 5 minutos vuelve diciendo que la disculpen que había sido un error de organización. Se suponía que el israelita tendría que haber cambiado de cuarto la noche anterior y nadie le había avisado.
_ Ahh linda manera de arrancar la jornada!
_ Si si. Ni me digas.
_ Bueno pero qué onda?
_ Nada, salgo del hostel cagado de hambre. Me meto en un coffeshop y resulta que solo venden café y porros. Y vos sabes que a mí no me gusta fumar sin hacer un poco de base.
_ sisi ya sé.
_ Bueno… fumé igual.
_Y….?
_ y… mira... la verdad que yo pensé que todo el porro en Holanda iba estar bueno pero no es asi. Compré uno armado y resultó ser un paloooo. Después sí compré un gramo de otro que era como comprar “respuestas en forma de planta”. Me prendí uno y camine 4 horas por la ciudad, encontré la solución a todos los males del planeta, encontré la forma de hacerme rico y entendí cómo funcionaban mil cosas… pero luego pasé por enfrente a un McDonald’s, pintó bajón de hamburguesa y  me olvidé de todo. Puta globalización y las multinacionales perversas. Seguramente es mejor así. El mundo no está preparado todavía para esas ideas.
 
Superman Ramón tiene ciertos delirios de grandeza, lo que hace que sus historias tengan un toque especial. Continúa…

_Vos sabes que acá la movida no es que está “legalizado” sino que está “tolerado”. Estos holandeses son más cómicos que la mierda. O sea es ilegal proveer marihuana a los coffeshops. Es ilegal para los coffeshops comprarla. Pero esta “tolerado” comprarte un porro en un coffeshop! Jajajaja. En otras palabras, el faso tiene que entrar discretamente el al local. Y no podes andar con más de 50 gramos encima. Para más ilógico, hace  unos meses se aprobó una ley antitabaco. Ahora no podes fumar cigarros en los coffeshops! Jajajajaa… no si ya te digo que estos holandeses son mas cómicos que la mierda. Te podes prender un porro del tamaño de un Habano, pero eso sí, si te prendes un cigarro te echan.

Superman Ramón se empieza a entusiasmar con los datos técnicos y se va un poco por las ramas…
 
_Hay 400 coffeshops en toda Holanda. La mitad están en Ámsterdam. Hay un político  hijo de puta de la extrema derecha que quiere cerrarlos a todos pero no creo que tenga éxito. Dicen que uno de cada tres turistas en Ámsterdam está en la ciudad por los coffeshops.  Y la entrada de guita por turismo a la ciudad le significa poco más de 4mil millones al año. Un tercio de eso son 1500 millones! Vos te crees que van a cerrar los coffeshops y perder 1500 millones de euros? Jajajaja… Acá todo lo mueve la guita viejo. No te miento… me cobraron 50 centavos para echarme una meada en el McDonald’s donde bajonié . Y Alguien me contó que te cobran los sobrecitos de Ketchup.
_ Nahhhh dejate de joder!
 
_ Viejo, en Ámsterdam se invento el peaje… así nomas te lo digo.
(Dato que es cierto por cierto, valga la redundancia).
 
_ Bueno, pero como me lo contas, por ahora es todo una mierda…
_ Nooo! Me voy solo porque me estaban fajando con el hostel y no conseguí nada más barato. Esta ciudad es increíble. Me hubiese quedado 10 días más acá. Todo tiene una lógica particular. Fijate la arquitectura por ejemplo. Voy caminando por una calle sin doblar una esquina y al cabo de 1 hora estoy a cien metros de donde arranqué. Después me di cuenta que la trazado de las calles tiene forma de herradura y si te mantenes por  las principales vas a arrancar caminando en dirección “sur” para pasar a “este” u “oeste” y luego vas a caminar para el “norte”. Todo sin cambiar de calle. Los pequeños callejones que cruzan las calles principales son igual de interesantes. Tienen desde los negociosos más caretas hasta las vidrieras más morbosas. Uno de estos negocios hace forros a medida. ¿Te imaginas a un “sastre de forros” midiéndotela? Jajajajajaja…
 
Dije que Ramón es poco ordinario, pero nadie me puede negar que es ocurrente. No puedo evitar reírme mientras Ramón acompaña la frase con algunas mímicas del desgraciado sastre. Como si nada hubiese pasado, retoma la solemnidad y vuelve a los temas arquitectónicos:
 
_ Ámsterdam está construida sobre un terreno de mierda, todo pantanoso sabes? Asi que las casas están todas torcidas. Primer pensé que era el porro que me había fumado pero después me di cuenta que estaban torcidas. Es que estos hijos de puta le ponen nombres como “amnesia” “Psicodelic” “Viuda Blanca” y mierdas así… yo los llamaría “paragua” a todos… más fácil.
 
Le tengo que hacer un pequeño llamado de atención para que no se derive de los temas arquitectónicos…
 
_ Ah si si. Cuestión que las casas están todas torcidas para los lados. Incluso hacia adelante. Pero eso es intencional. A los holandeses no les sobra espacio entonces hacen unas escaleritas minúsculas y luego no pueden subir los muebles así que todas las casas tienen en frente en la parte superior, una viga que sobresale de la pared con una polea. En día de mudanza suben y bajan todo por ahí con sogas.
_ y que tiene que ver la inclinación para adelante boludo? (yo también me estaba poniendo un poco mal hablado después de charlar un rato con Super R.)
_ Y así cuando bajan los muebles estos no van pegados a la pared y rompen las ventanas… muy ingenioso. Pero de nuevo… el efecto visual es rarísimo, si te paras debajo de la casa y miras para arriba, te da la sensación de que se te cae encima. Puede que parte de la culpa de esas sensación lo tenga la viuda blanca igual eh!. Otra cosa… me estoy yendo a echar una meada en un coffeshop, entro al baño y me aproximo al mingitorio. Esta tan alto que la punta casi me roza las pelotas podes creer!. Después me lo explicaron… La altura del Holandés promedio es de un metro ochenta y tres centímetros. Mirame Bauti… parezco un gnomo en este país. Vos no te salvas tampoco Eh!
 
Los temas arquitectónicos le llaman poderosamente la atención a mi peculiar amigo así que todas sus historias siempre tienen grandes pasajes con cuestiones del rubro.
 
_Vos sabes que mientras caminaba por las calles no podía dejar de pensar como mierda hacían para que no se cayera todo si es que el suelo de Ámsterdam cede tanto. Mientras pensaba eso, note unos hierros negros de unos 30 centímetros pegados a las paredes. Acá no te voy a mentir…
 
Probablemente me ha mentido muchísimo en todas sus historias. Pero cada tanto le agarraba un ataque de franqueza e iniciaba alguna anécdota con esas seis palabras, “aca no te voy a mentir”. Luego me daría cuenta que frases como estas lo único que hacen es agregar credibilidad al resto de la fabula de Super R.
 
_... acá no te voy a mentir… esto me lo explicó alguien después. Resulta que esos hierros son “tensores” que mantienen a las 4 paredes, pisos y techo, todo junto. Sin esos tensores, las casas se derrumbarían como si fuesen construidas con naipes.  La función que cumplen es permitir que las paredes “trabajen” y se vayan acomodando al terreno y a los movimientos de las casas linderas.
_ Si si si… muy interesante… pero la zona roja qué onda?
_ AHHHH NO…. YO EN ESOS PUTERIOS NO ME METO!!!!!!
 
Me quedo pensando un segundo en donde fue que escuché esa frase anteriormente…. Llega el tren, ramón agarra su saco militar viejo y gastado y se aproxima al andén. Antes de subir se gira y me dice:
 
_ La Zona Roja te la cuento por mail… En esta estación anda dando vuelta mucha gente. Cuídate Bauti y… ahí te ves!
 
Patea y sube, y el tren, como todos los trenes europeos, sale a la hora exacta en el minuto exacto….