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sábado, 30 de julio de 2011

CAMBOYA - SIEM REAP. “COMO NACEN LAS IDEAS” o “COMO VOLVER A SER NIÑO POR UN RATO”.

Para la gente de “Desafíos Urbanos”,
Que aporta algo de frescura a este mundo acartonado.


¿Cómo nos llegan las buenas ideas? De cualquier tipo que sean… supongo que por algún extraño proceso mental (un científico diría “sinapsis”), nuestro cerebro se sacude un poco, junta un par de experiencias pasadas, la recicla y da paso a algo nuevo. Y ahí  sentimos esa sanación de “paahhhh que buena idea”, muy linda sensación por cierto. Es más, si alguien camina con nosotros en esos momento (todas las buenas ideas nos vienen caminando), y si la idea es verdaderamente buena, y si se la compartimos, y si dice “pahhh que buena idea”… entonces la sensación es aún mayor. Si así sucede, entonces pensamos que andamos sobre la pista de algo grande, interesante, ingenioso o divertido.

Este post trata de cómo parí una idea. Luego de terminar de leer, podrán pensar que la idea fue divertida, o mala, o estúpida o sin sentido… a mi me garpó el día.

Dicho lo del primer párrafo, resulta indispensable contar dos experiencias pasadas que vendrían a ser como la mamá y el papá de la idea que se me ocurrió. 

La primera es la siguiente: Se basa en la idea de un amigo quien hace poco creó una comunidad en el “feisbuc” llamada “Desafíos urbanos”. Esta comunidad se propone, mediante desafíos o misiones semanales, poner a prueba nuestras vergüenzas, nuestras capacidades para interactuar con la gente o simplemente nuestra imagen de nosotros mismos. Para ejemplificarlo, copio textualmente algunas de las “misiones”:

Misión n1: Fácil. Para calentar motores. Deberás permanecer parado, quieto, con una mano en la pera, simulando ser un gran pensador, en una esquina poblada de la ciudad, por 20 segundos. Mirarás el cielo, con cara de poeta, reflexivo. Luego de eso, deberás reir en voz media-alta, y seguir tu rumbo. Fin de la misión.
Misión n2: Ya nivel medio! Deberás interactuar con un extraño, tocándolo en el hombro, y decirle: "Marcos??", si es hombre, o "Tere??", si es mujer. Disculpándote por la confusión, ya que creías que era un viejo amigo, sigues con tu rumbo. Fin de la misión.
Misión n3: Otra nivel medio! Deberás gentilmente pedirle a un extraño, que te tome una foto con tu celular en la calle. Sumado a eso, debes hacer un breve relato del por qué de tu foto, inventarle una pequeña historia. Le agradecerás por haber sido tan gentil, y seguirás tu rumbo. Fin de la misión.
Creo que la idea tiene enorme potencial, sobre todo porque la gente no acepta ponerse en este tipo de situaciones solo por el hecho de hacerlo… sin ningún fin. Generalmente estamos pensando demasiado en “¿Que va a decir la gente?”cuando la realidad es que el común de los mortales están tan ensimismados que casi ni notan el resto de los terrícolas a su alrededor...

Segunda experiencia: Un par de noches atrás, me encuentro caminando por las calles de Siem Reap, Camboya, con una amiga quien me había regalado una especie de Chalina típica, la cual suele utilizarse para proteger la cabeza del sol. En tanto era de noche, llevaba mi nuevo regalo alrededor del cuello mientras caminábamos distraídamente mirando artesanías, otros locales y a la gente. 

Como es habitual en Camboya, no pasa mucho tiempo sin que se te acerquen niños ofreciéndote toda clase de cosas… flores, collares, flautas artesanales y demás.…. Pero este pequeño, este pequeño venia sin nada para vender y con sonrisa de maldad consumada en la cara. Debía medir unos 70 centímetros y era flaquito como una varilla; iba descalzo. Se me acerca despacio por el costado camuflado entre los demás niños, pega un pequeño salto y de un zarpazo me arrebata la chalina. Acto seguido sale corriendo por entre los negocios con una risa que jamás voy a olvidar. Mi amiga, que habla Camay (o camboyano), sale corriendo por detrás gritando “devuélvela pillo” o algo así (luego me lo traduciría al inglés), y tras ella, yo también corro. La persecución duró unos 100 metros, los cuales el nene, estoy seguro, disfrutó enormemente porque no paraba de reír mientras nosotros corríamos atrás. En un momento, perseguido por mi amiga, gira en un negocio solo para encontrarse conmigo de frente. Lo agarro por la cintura y lo levanto por los aires. Es más livianito que una almohada y ni siquiera el hecho de haber sido atrapado le quita la sonrisa de la cara. Aun con el pequeño en brazos, me rio con él. No lo puedo evitar.

Recuperada la chalina, seguimos caminado. El acontecimiento me deja pensando todo el resto de la noche. Casi no me puedo concentrar en mantener una conversación. Pienso en el niño, en la sensación de adrenalina que sentía, y en lo fácil que le resultó obtenerla. Estaba claro que no había maldad en el pequeño ladronzuelo, solo quería sentir ese vértigo que nos da cuando alguien nos persigue. Intento recordar cuándo fue la última vez que experimenté algo similar a lo que debe haber sentido.

Me voy a dormir aun dándole vueltas al asunto.

Un nuevo día llega con la promesa de visitar los templos de Angkor. Estos templos son la principal atracción del país. Un complejo de edificaciones milenarias destinadas primero al culto hinduista y luego al budismo. Son también los que salen en la película “Tomb rider”

Cerca de las 9 de la mañana, tomo un Tuk-Tuk con dirección a los templos previa parada en una oficina especialmente destinada a la venta de la correspondiente entrada (u$s 20). Allí se me advierte que no hay devoluciones y que andar por los templos sin la entrada acarrea una multa de 40 dólares llegado el caso de que un guardia solicite la exhibición de la misma.

Una vez arribado, bajo del Tuk-Tuk y me dirijo a la entrada del primer templo, Angkor Wat; el más grande e imponente de todos. Tiene una pasarela de unos 150 metros flanqueada por agua a ambos costados para terminar en una gran muralla que da paso a la entrada del templo.

Comienzo a transitar la pasarela cuando se me aproxima un guardia al grito de “ticket ticket”. Lo exhibo y me deja pasar.

Visto este templo y nuevamente en el Tuk-Tuk, me dirijo al segundo. Aquí fue cuando ocurrió la Sinapsis. Creo que hasta me dije en voz alta “pahhh que buena idea!”…

Bajo… me aproximo a la entrada… identifico a 2 o 3 guardias de camisas color caqui y cara cansada… miro la entrada… miro la gente… y..... ZAAAASSSS me largo a correr como diablo que le prendieron la cola. Acto seguido escucho los gritos de los guardias y ahí sucedió eso que tanto le estaba envidiando al “pequeño pillo” desde la noche anterior… la explosión de adrenalina se apoderó de mi, la cara se me transfiguró, se me achinaron los ojos y comencé a reír.

Corrí, corrí y corrí… cada tanto mirando para atrás a ver por dónde venían. Giré alrededor de unas estatuas esquivando gente que comenzaba a observar el espectáculo. Pasado un minuto, me detuve en seco y esperé que mis perseguidores se me aproximaran. Cuando estaban a unos 5 metros, pongo mi cara más seria, levanto la mano y los hago detener. Busco en mi bolsillo y saco la entrada. Los ya pobres y transpirados guardias no podían creer lo que estaba sucediendo, no podían creer por que corría si tenía entrada y lo que tampoco podían era recuperar el aliento. 

Pero no había nada que hacer, yo tenía la entrada perfectamente en regla y no existía ninguna disposición que evitara correr por los jardines del templo. De muy mal humor, luego de decirme algunas palabras en Camay que seguro se referían a mi madre y mi hermana, no les queda otra opción que volver a sus puestos de trabajo, cansados y derrotados. Miro a mí alrededor  y descubro que mi pequeña maldad ocasiona grandes absceso de risa a los turistas que vagaban por ahí.

Y asi, estimados viajeros, es como de dos experiencias, nuestra imaginación da paso a una nueva idea… 

Un millón de gracias a “Desafíos Urbanos” por materializar una excelente idea, al “pequeño pillo” por devolverme mi infancia por un rato y a los cansados guardias por perseguirme en los milenarios templos de Angkor.

Adjunto algunas fotos del lugar:








miércoles, 27 de julio de 2011

martes, 26 de julio de 2011

Nunca un niño te hizo sentir tan estupido.

Amigos estoy muy haragan para escribir algo pero buceando por ahi encontre este video.  Son 12 minutos, miren el reloj y contestense primero esta pregunta... ¿Tengo 12 minutos?. Caso afirmativo por favor prestar atencion al niño.
Yo me creia vivo por haberme dado cuenta de algunas cosas y este nene me llevaba 18 años de ventaja...

Saludos




sábado, 23 de julio de 2011

viernes, 22 de julio de 2011

Un cafecito por favor.

Nuevamente un post VENCIDO. Advertencia: su consumo puede ocasionar diarrea, dolores de cabeza y vomitos. Antes de la lectura se recomienda consultar a su medico de confianza.

Estoy a horas de embarcarme en una aventura de 1500 kilometros por las montañas de Vietnam.  Recorrido Hanoi – Sapa, Sapa – Hanoi. Vehículo; una moto 125cc Bielorrusa marca Minsk la cual hace muchas primaveras cumplió su deber para con el dueño. Supongo que sigue en pie gracias a la buena mano de un artista de los fierros.  Como si esto no fuese ya lo suficientemente épico, hace tres días que no para de llover. Intenté buscar las mediciones pluviales pero no las pude encontrar. A falta de un dato preciso, lo describo de una forma más poética… Noé le esta chiflando a los animales para que empiecen a subir al arca mientras yo los veo desde mi ventana en un cuarto piso de un hotel de 3 dólares preguntándome si cuatro pisos son lo suficientemente altos como para evitar que se me mojen los soquetes (Si, tres dólares, lagartijas y ratas incluidas. NoU Breqfassss).
Mientas espero que amaine un poco tomando un café con un cigarro, transcribo una anécdota de este loco Vietnam. Adelante, pase, siéntese cómodo, si le gusta traiga a su pareja y no se olvide de dejar una propina al salir.
Hace 6 días cumplí 4 meses de viaje, los que supuestamente iban a ser la mitad del viaje y la distancia más lejana de Argentina. Hoy los planes cambiaron un poco y la profecía de algún amigo se está por cumplir; sigo rumbo a Oceanía con la esperanza de encontrar algún piso que barrer a cambio de unos “ausie dollars” para continuar con la aventura. A lo largo de estos cuatro meses fui llevando al día  distintos tipos de escritos. Uno de ellos es un archivo Word titulado “Datos locos”. El nombre es lo suficientemente explicito como para tener que dar mayor explicación sobre lo que ahí escribo. Para ejemplificar, mantengo la cuenta de los kilómetros recorridos, países visitados, medios de transporte utilizados, lugares donde dormí (donde lugares hace referencia no a ciudades sino a “superficies” como por ejemplo la calle de Bologna), etc. Uno de los ítems más interesantes de este archivo esta bajo el nombre “Comidas y Bebidas”. No voy a dar un listado de las cosas que ingerí este tiempo, pero si quiero hacer referencia a la bebida que más honor le hace al nombre del archivo.  
Recorriendo las afuera de una villa en el centro de Vietnam, di con un bar el cual vendía café de su propia producción (la que estaba literalmente en el “patio de atrás”).
Me senté y pedí la carta. Demasiadas variedades como pare tomar una decisión. El dueño de establecimiento también hacia las veces de Mozo por lo que nos pusimos a charlar sobre las cuestiones del Café. Luego de un rato mi decisión era clara, le pedí amablemente me trajese un “Weasel coffee” lo que traducido sería algo así como “café de comadreja”.
La gracia de este café es su particular forma de elaboración. Basicamente lo que se hace es alimentar a las comadrejas con granos de café, esperar que la naturaleza (y el proceso digestivo del animal) hagan su gracia para luego recoger los granos “semidigeridos”, secarlos, molerlos y filtrarlos. Aparentemente, los jugos gástricos del estomago de la comadreja tienen el Ph necesario para comenzar la germinación de los granos por lo que al ser “evacuados” ya están semimalteados.
Que decir amigos... pedí el café… llegó a la mesa y ahí estoy yo… mirando como el agua baja lentamente desde un pocillo de metal, pasa por una segunda recámara donde está el café previamente molido, para luego caer en una taza de vidrio con la parsimonia de quien se encuentra en la cama un domingo de lluvia. Este proceso le lleva unos 5 minutos, tiempo que alcanza para que el café baje un poco su temperatura y uno vaya juntando coraje.
Debo agregar que junto con el café, me trajeron otra tacita con leche condensada, típico acompañamiento del café vietnamita. Estúpidamente creí que agregarle leche condensada arruinaría el café y ofendería al nuevo amigo local así que apure la taza en seco, sin leche y sin azúcar… fue mucho menos tortuoso de lo que pensaba, en extremo amargo y espeso como la brea.
Me agencio una nueva experiencia, doy las gracias al dueño por su particular café y la experiencia compartida sobre las plantaciones de café, pateo el scooter y me alejo intentando (en vano) imaginar lo que me depara el resto del viaje…

Adjunto algunas fotos…

Caminando sobre el cafe para lograr un secado parejo

El cafe de comadreja ya empaquetado

Y los granos para moler...