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viernes, 22 de julio de 2011

Un cafecito por favor.

Nuevamente un post VENCIDO. Advertencia: su consumo puede ocasionar diarrea, dolores de cabeza y vomitos. Antes de la lectura se recomienda consultar a su medico de confianza.

Estoy a horas de embarcarme en una aventura de 1500 kilometros por las montañas de Vietnam.  Recorrido Hanoi – Sapa, Sapa – Hanoi. Vehículo; una moto 125cc Bielorrusa marca Minsk la cual hace muchas primaveras cumplió su deber para con el dueño. Supongo que sigue en pie gracias a la buena mano de un artista de los fierros.  Como si esto no fuese ya lo suficientemente épico, hace tres días que no para de llover. Intenté buscar las mediciones pluviales pero no las pude encontrar. A falta de un dato preciso, lo describo de una forma más poética… Noé le esta chiflando a los animales para que empiecen a subir al arca mientras yo los veo desde mi ventana en un cuarto piso de un hotel de 3 dólares preguntándome si cuatro pisos son lo suficientemente altos como para evitar que se me mojen los soquetes (Si, tres dólares, lagartijas y ratas incluidas. NoU Breqfassss).
Mientas espero que amaine un poco tomando un café con un cigarro, transcribo una anécdota de este loco Vietnam. Adelante, pase, siéntese cómodo, si le gusta traiga a su pareja y no se olvide de dejar una propina al salir.
Hace 6 días cumplí 4 meses de viaje, los que supuestamente iban a ser la mitad del viaje y la distancia más lejana de Argentina. Hoy los planes cambiaron un poco y la profecía de algún amigo se está por cumplir; sigo rumbo a Oceanía con la esperanza de encontrar algún piso que barrer a cambio de unos “ausie dollars” para continuar con la aventura. A lo largo de estos cuatro meses fui llevando al día  distintos tipos de escritos. Uno de ellos es un archivo Word titulado “Datos locos”. El nombre es lo suficientemente explicito como para tener que dar mayor explicación sobre lo que ahí escribo. Para ejemplificar, mantengo la cuenta de los kilómetros recorridos, países visitados, medios de transporte utilizados, lugares donde dormí (donde lugares hace referencia no a ciudades sino a “superficies” como por ejemplo la calle de Bologna), etc. Uno de los ítems más interesantes de este archivo esta bajo el nombre “Comidas y Bebidas”. No voy a dar un listado de las cosas que ingerí este tiempo, pero si quiero hacer referencia a la bebida que más honor le hace al nombre del archivo.  
Recorriendo las afuera de una villa en el centro de Vietnam, di con un bar el cual vendía café de su propia producción (la que estaba literalmente en el “patio de atrás”).
Me senté y pedí la carta. Demasiadas variedades como pare tomar una decisión. El dueño de establecimiento también hacia las veces de Mozo por lo que nos pusimos a charlar sobre las cuestiones del Café. Luego de un rato mi decisión era clara, le pedí amablemente me trajese un “Weasel coffee” lo que traducido sería algo así como “café de comadreja”.
La gracia de este café es su particular forma de elaboración. Basicamente lo que se hace es alimentar a las comadrejas con granos de café, esperar que la naturaleza (y el proceso digestivo del animal) hagan su gracia para luego recoger los granos “semidigeridos”, secarlos, molerlos y filtrarlos. Aparentemente, los jugos gástricos del estomago de la comadreja tienen el Ph necesario para comenzar la germinación de los granos por lo que al ser “evacuados” ya están semimalteados.
Que decir amigos... pedí el café… llegó a la mesa y ahí estoy yo… mirando como el agua baja lentamente desde un pocillo de metal, pasa por una segunda recámara donde está el café previamente molido, para luego caer en una taza de vidrio con la parsimonia de quien se encuentra en la cama un domingo de lluvia. Este proceso le lleva unos 5 minutos, tiempo que alcanza para que el café baje un poco su temperatura y uno vaya juntando coraje.
Debo agregar que junto con el café, me trajeron otra tacita con leche condensada, típico acompañamiento del café vietnamita. Estúpidamente creí que agregarle leche condensada arruinaría el café y ofendería al nuevo amigo local así que apure la taza en seco, sin leche y sin azúcar… fue mucho menos tortuoso de lo que pensaba, en extremo amargo y espeso como la brea.
Me agencio una nueva experiencia, doy las gracias al dueño por su particular café y la experiencia compartida sobre las plantaciones de café, pateo el scooter y me alejo intentando (en vano) imaginar lo que me depara el resto del viaje…

Adjunto algunas fotos…

Caminando sobre el cafe para lograr un secado parejo

El cafe de comadreja ya empaquetado

Y los granos para moler...


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena historia Bautista, atrapante, como todo lo que escribís. Un abrazo

Jorge Piaggio

Anónimo dijo...

creoq ue me dio arcadas ese café!!1 por dios!!

Anne dijo...

Estás por destronar a Marley (y no Bob precisamente).