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viernes, 1 de abril de 2011

Italia. Autostop

 Un amigo dice que le resulta incomodo leer el blog. Que no le parece que este escribiendo yo. Supongo que le parecerá medio forzada la manera en que escribo. Creo que es de los amigos que mas me conocen, le tengo gran estima y lo quiero mucho; por lo que este post va dedicado para él, y hecho a medida.
Hace unos días me sugirió que escriba algo como si se lo estuviese contando cerveza de por medio en una mesa a la calle de Buenos Aires (hemos tenido innumerables encuentros de este tipo, extendiéndose por varias horas).
Como este es un blog ATP (apto para todo público, no de la asociación de tenis profesional; no confundir), acá va una suerte de ejemplo de estos encuentros que se extrañan:
Alguna pizzería barata del Barrio de Palermo, mesa a la calle (indispensable para poder pitar), una Brahma, grande mitad de anchoas, mitad de muzza con panceta:

_ Boludo no sabes el día loco que tuve en Italia……..
     ….Nos levantamos a la mañana con Jonathan. Yo ya había decidido irme del campo y avisado a la dueña. El, en cambio, no dijo nada. Se suponía que estaría dos semanas y acababa de cumplir una. Yo solo estaba de paso por unos días. Armo la mochila y me despido de todos, vuelvo a buscarla y salimos al camino. Es un campo a unos 10 kilómetros de la ciudad de Fasano. Mochila al hombro empezamos a caminar. Yo contento de estar de nuevo en movimiento, y el contento de haberse ido. La verdad es que no se compraba con mi primera experiencia en el wwoofering. No podría decir cual es mejor, dos cosas totalmente distintas. Supongo que el segundo destino se aproximaba mas al concepto de wwoofering pero la realidad es que era trabajo duro en una granja… cargando piedras y podando arbustos espinosos por un plato de pasta a la noche y un colchón en el piso. De todas maneras valoré la experiencia… Un paisaje increíble y la gente salvo algún caso particular, muy buena onda.
Volviendo al camino, a habíamos hablado de hacer dedo hasta Nápoles… más que larga jornada si se considera que todavía ni siquiera habíamos llegado al pueblo. Nos esperaba por lo menos 45 minutos de caminata con las mochilas al hombro para poder llegar hasta la parada de autobús que nos dejaría sobre la autopista. Unos 20 minutos de caminata y siento atas mio el ruido de un auto, sin mirar me muevo un poco para la derecha y sin parar de caminar saco el pulgar de la mano izquierda al aire. Mágico, el auto se detuvo. Dos viejitos simpaticones que se toman todo lo que dura el camino para contarme su increíble viaje en argentina. Me alegró mucho.

 Caminando por las calles entre los campos
12 del medio día, bela giornata, los dos parados sobre la autopista con un cartel en una de las hojas de mi diario que decía “BARI” en letras bien grandes. Ninguno de los dos imaginaba que hacer dedo en Italia era tan difícil. La distancia que teníamos que recorrer hasta la ciudad era de 60 kilómetros, suponíamos que en poco tiempo estaríamos sobre un camión bien rumbeados.
Para las dos de la tarde aun seguíamos en el mismo lugar. Nada de nada. Las caras más variadas desde los volantes de los autos, algunas señas, algún bocinazo mala onda y también más que una puteada. No desistimos. Yo incluso lo disfruto un poco.
Primer acierto; pasado un rato, para un auto. Corremos hasta la puerta y hablo con el conductor. Mi italiano mejora cada día y Jon decide dejarme las charlas siempre a mí. El conductor no va hasta Bari pero nos puede acercar 15 kilómetros. Nos subimos y a los 20 minutos estamos 15 kilómetros mas cerca, con el ánimo renovado y dispuestos a seguir con la idea hasta el final. Nuevamente la misma situación… tomando turnos para sostener el cartel que después de un rato acalambra el brazo. Nos reímos de las reacciones de la gente, suplicamos con las dos manos juntas, saltamos en una pata, nos agachamos y señalamos el cartel con una gran sonrisa. Probamos todo.


Aburrido de estar sentado en el mismo lugar, sin batería en el ipod, camino un poco sobre el costado de la autopista pateando piedras y me encuentro un Iphone en el piso. La pantalla está destruida pero tiene aspecto de haberse caído hace poco.  “Si no lo arreglo, lo vendo” pienso y lo meto en la mochila.
Segundo acierto, un pequeño camión, que según creo me dijo el chofer, era de reparto de periódicos y revistas. Este segundo viaje si nos llevaría hasta Bari, pero previamente el chofer nos invita un café en una estación de servicio, nos convida unos cigarrillos en la ruta y nos dice que va a hacer un pequeño desvió de la ruta para mostrarnos algo. Yo entiendo bien de que se trata pero Jon no llega a captar pese a hablar un poco de italiano. A los 5 minutos yo estaba con la cabeza fuera del camión en movimiento gritando bien fuerte “BELAAAAAA RAGATZAAAAAA” y Jon miraba al conductor y le preguntaba en ingles “are those prostitutes?”. El chofer y yo nos reímos bien desde adentro. Seguimos viaje.
A la media hora estamos en las afueras de Bari, sobre la autopista que va a Napoli. Son las 5 de la tarde. Yo creía que ya era un poco tarde para seguir con la aventura pero Jon dice que sigamos, que es posible llegar a Nápoles en un día. Nos faltan 260 kilometro, pienso que si hacer 60 nos llevo unas 5 horas, es imposible llegar, pero estoy de buen un humor y creo que llegar a Nápoles sin gastar un centavo seria todo un logro. A darle entonces.
Caminamos sobre el costado de la autopista 800 metros. El espacio entre la ruta y el “guardaray” es ínfimo así que vamos con el cuerpo pegado a la chapa. Llegamos a una estación de servicio previo esquivar un peaje. Pichina y un nutritivo almuerzo de papas fritas de paquete y agua.
Salimos por la pequeña calle que conecta a la estación de servicio con la autopista, caminamos unos 300 metros, bajamos las mochilas y nuevamente la técnica del cartelito, pero este no dice “BARI” sino “NAPOLI”. Menos autos en esta, y yo me siento ya un poco cansado de tener una decepción con cada auto vacio que pasa. Gente con los autos completamente vacios que nos mira como desde otra galaxia. Le prometo a Jon que voy a recoger a cada viajero que vea sobre la ruta en argentina y nos reímos un rato.
6 de la tarde, un tiempo relativamente corto comparado con las otras esperas del día, nuevamente lograrnos parar  un auto más. Esta vez no fue una pareja de viejitos, conductor o camionero, sino la bien afamada policía italiana. O polizia como se escribe acá.
El patrullero se detuvo a unos 50 metros, bajaron 3 policías, y empezaron a hacer señas con sus manos.  “Ohhh Fuck! Do the talking man!” dijo Jon mientras yo me colgaba la mochila al hombro y pensaba que divertido seria poner esto en el blog, siempre y cuando no lo tuviese que escribir desde una celda llena de inmigrantes ilegales de África. Nos aproximamos con nuestra mejor cara de boludos.
Resulta que está prohibido hacer dedo en las autopistas italianas. Aparentemente genera accidentes según nos dicen. Nos quieren cobrar una multa de 38 euros a cada uno. Les digo que somos estudiantes extranjeros cursando en Nápoles y que no sabíamos que no se podía hace “autostop” en la autopista. Que estamos por unos días en Bari y que dejamos nuestros pasaportes en casa. Advertencia de por medio, apretón de manos, y nos dicen que preguntemos por lo bajo en la estación de servicio sin molestar a la gente.
De vuelta en la estación me doy cuenta de que estamos atrapados. Si no conseguimos viaje para Nápoles, es imposible cruzar al otro lado para volver a Bari, la autopista está dividida al medio por una pared y toda cercada a sus costados. No queremos aventurarnos a caminar nuevamente por la banquina  ser atrapados otra vez por la policía. No sentamos un rato en una escalera y evaluamos opciones. Saco de la mochila la lonely planet y buscamos el número de la estación de tren. Lo encontramos pero ninguno de los dos tiene crédito. El iphone me viene a la cabeza en el mismo segundo. El teléfono es imposible que prenda, está destrozado, pero por ahí el chip tiene crédito. Lo metemos en el cel de Jon y por fortuna anda. Llamamos a la estación de tren. Hay uno que sale para Nápoles a las 12 de la noche. Ahora solo queda resolver como salir de la puta estación de servicio. Tenemos solo 2 horas para llegar hasta el centro y tomar el tren y no tenemos ni idea a qué distancia estamos. Ya de noche no queda otra cosa más que desandar los pasos; no solo los nuestros, sino también parte de lo que nos había acercado el camionero. Suponemos que él nos dejó en alguna parte de las afueras de Bari porque lo que se puede ver desde donde estamos son algunos edificios que parecen fábricas o bodegas. Empezamos a caminar por fuera de la autopista pero paralelo a ella, tierra hasta los tobillos y olor a podrido. No sé cuanto tardamos porque para esa hora había decidido dejar de mirar el reloj, pero supongo que habremos caminado unos 5 kilómetros con las mochilas. La mía unos 16 kilos, la de Jon unos 35 (porque trae adentro su paracaídas pero esa es otra historia).
10 de la noche y todavía ni señal del centro de la ciudad. Caminamos un poco más y damos con uno de esos hoteles que hay en las afueras de las grandes ciudades al costado de las rutas, de esos que nunca se sabe quien se hospeda ahí. Le digo a Jon que voy a entrar a pedir indicaciones.
Puerta automática, segunda puerta automática, Lobby, Mostrador, Señorita detrás del mostrador:
Yo _ Do you speak english? (No podía mas con el italiano, el día me había caído encima)
Señorita _ Yes (el resto de la conversación continuó en inglés)
_ Necesitamos llegar a Bari Centrale (la estación de tren), Me podría indicar como llegar?
_ Si claro, vuelva a salir continúe 10 kilómetros y doble a la izquierda en la salida que dice “Centro”
_ No disculpe no me expliqué bien, estamos a pie.
_ A pie??!!!
_ Si, larga historia (ni ganas de contarla en ese momento) hay algún colectivo?.
_No acá no llega ningún colectivo, la única manera es en taxi…
Mierda (eso no lo dije, lo pensé)
_ Si podría llamarnos un taxi por favor. No había manera de que pasase la noche en Bari, ya era personal la cosa.
5 minutos de espera, taxi en puerta, mochilas a bordo y moviendo para la estación. 10 minutos y ahí estábamos. El tren sale a las 12,15, nos queda una hora para comer algo… Sanguche en la calle con algo del agua comprada en la estación de servicio de la autopista.
Entramos en la estación directo a chequear la máquina expendedora de boletos. 30E a Napoli. Jon esta sin un euro, se vuelve a casa después de 3 meses de viajar, literalmente le quedan 30 para vivir 4 días mas hasta que salga su vuelo desde Roma. No hay manera de que lo pague, y aunque parezca mentira, a mi me quedaban ganas de seguir haciendo lo incorrecto. 
Así que chiflando bajito, 12.10 de la noche nos paramos en el andén ensayando nuevamente nuestra cara de boludos. Estoy más cagado que nunca, ya la idea de estar haciendo algo incorrecto me resulta un poco incomoda, pero a esto hay que sumarle que la estación está plagada de policías, y no cualquier policía sino los de migración. Bari tiene un puerto por el cual llegan al país muchos inmigrantes ilegales, sobre todo desde África, así que el control es alto. Nuestro anden es el cuarto, no sé como logramos llegar sin que nos pidan el boleto porque ni bien nos paramos ahí vimos durante 10 minutos como se le exigía el pasaje a cada persona de tez morena que osase pararse sobre ese anden.
Llega el tren, y entramos. Pero nosotros no solo nos colamos, sino que nos colamos con estilo. Vamos directo a la primera clase sin pasar por los vagones regulares. Suponemos que serán los menos chequeados. Encontramos un camarote que solo tiene una persona dentro así que nos sentamos. Yo para calmar un poco los nervios empiezo a escribir esta crónica, y el desgraciado de Jon se duerme en el acto. No habían pasado 2 minutos que ya éramos 5 en el camarote, el cual tenía capacidad máxima para 6. Me pongo a pensar que no solo es un problema que nos vengan a marcar el boleto sino también que los verdaderos dueños de los asientos suban, en esa estación o cualquier otra en el camino a Napoli, dejándonos a nosotros parados en el pasillo del vagón con las mochilas al hombro y sin saber qué hacer.
Primera estación, Nada. Pienso que nos están a punto de agarrar y bajar del tren en el medio de la nada. Y ya estoy un poco cansado de estar en el medio de la nada.
Segunda estación, nada. Un poco más confiado.
Tercera estación, nada. Vamos Verón!!!!
Camino a la cuarta sucede lo que suponíamos podía suceder, un guarda entra a marcar boletos. Las otras tres personas del camarote lo sacan al instante y nosotros empezamos con nuestra pequeña obra de teatro previamente ensayada. Jon se hace el que esta medio dormido y me mira, y yo me empiezo a tocar todos los bolsillos y buscar el pasaje desesperado (el episodio de la billetera me entrenó para esto), salgo al pasillo, busco un poco mas, Jon me mira y le dice al guarda siempre en ingles “el tiene los dos”, yo le digo que no los tengo, nos puteamos un poco y decoramos la escena. Miro al guarda y siempre en ingles le digo que perdimos los pasajes en algún lado. Por suerte no entendía mucho. Me dice que tenemos que volver a pagar. Le decimos que no tenemos más plata que gastamos lo último en el pasaje. Le muestro la billetera (previamente vaciada de plata y tarjetas de crédito), solo hay un billete de diez adentro. Nos dice que tenemos que volver a pagar todo el billete. Le decimos que por favor haga una excepción por dos pobres estudiantes. Al final el guarda decide cobrarnos los dos tickets 30 euros (2x1). El dinero cambia de manos y volvemos al camarote. Acá no se acaban todos los problemas porque el guarda cree que los boletos supuestamente perdidos son los de los asientos donde estamos, así que en cualquier estación nuestra historia se podía desmoronar con la entrada de uno de los verdaderos dueños. Dicho y hecho, en la próxima estación una pareja entra en el camarote, codeo a Jon, agarramos las mochilas y al pasillo.
En este momento estoy a mitad de camino en otro camarote en el cual no debo estar, terminando esta crónica, de acá en adelante no se qué puede pasar, de lo que si me voy dando cuenta es que a este paso puede ser absolutamente cualquier cosa………..

Nota del Autor: Para quienes necesiten la aclaración, acá va: No se trata de ahorrarse unos euros haciendo dedo o colándose en un tren y no pagar, se trata de ponerle un poco de Sal y pimienta a la cuestión. Que alguien me diga que este no fue un día de antología.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

jaja ratóonn...espero que llegues bien al destino, o al menos que llegues. Porque un encuentro cercano del tercer tipo con el negro motumbo cuando te bajen del tren en el medio de la nada no te venrdia nada nada mal!!! jejeje un abrazo grande papá, volve pronto que te eperamos....
PD: Soy el pelado, pero la porqueria de yahoo no anda para dejarte el comentario con mi ususario. Valora este comentario porque lo escribi como 10 veces y no lo manadaba. Gay....

Anónimo dijo...

Sos unico bauti cuanta adrenalina te quiero mucho argita

Anónimo dijo...

Sos unico bauti cuanta adrenalina te quiero mucho argita

Anónimo dijo...

amor
dejáte de artisteadas.........que estamos a más de 13.000 para ir a sacarte.......jajajaja
la tía

Belu dijo...

Hermano!!!! llegaste a Nápoles????
Guarda con salpimentar de más la cuestión que después no hay agua que alcance!!! ejjeje te quiero!

el viejo dijo...

Guarda con Napoles,,,,, ciudad despelotada si es que las hay,,, juaaaa, pero siempre queda lo positivo de conocer lugares, que sigas de lo mejor,,,

Anónimo dijo...

"Mi italiano mejora cada día y Jon decide dejarme las charlas siempre a mí"

Truja-Fleteadas No eh!