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jueves, 11 de agosto de 2011

Hacer el Camino de Santiago (Parte I)


05/08/11
En alguna partes sobre las vías entre Bruselas y Brujas

 
Un poco tarde (casi cuatro meses después) me decido a escribir sobre “El Camino”. Primero, como es debido, me voy a excusar… me voy a excusar por la demora, por lo autorreferencial, por los detalles que me he olvidado, por este relato que desde ya no lograra plasmar la magia de viajar caminado por uno de los senderos mas místicos del planeta, y ya que estoy me excuso de antemano por lo largo de lo que usted, entusiasta viajer@, se dispone a leer (Si es que hay alguien ahi).

No es casual que me ponga a escribir ahora. Estoy en un tren que me traslada desde Bruselas a Brujas, posiblemente dos de las ciudades más visitadas de Bélgica. El paisaje campestre que se proyecta en la ventana me recuerda tanto al camino que no puedo evitar sacar la netbook y empezar a escribir. Pongo en el reproductor algo de la música que me acompañó durante esos 15 días, como para estimular un poco las neuronas, lamento no poder prenderme un cigarro (mala costumbre adquirida a la hora de escribir) y me encomiendo al dios de los narradores…

Lo mas razonable parece empezar a contar esto desde algún tiempo atrás, durante una tarde aburrida, en un trabajo aburrido, cuando todo lo que se relata en este blog no eran más que una vaga idea de colgarme la mochila y salir para algun lugar. Esta tarde aburrida, como era costumbre, no estaba haciendo lo que se me había encomendado en el trabajo aburrido. Como si fuese un maniquí, utilizaba la más ínfima cantidad posible de capacidad neuronal para abrir, contestar y cerrar mail tras mail, mientras el resto de mi cerebro divagaba por algún lugar extraño del planeta. Si si… durante esos aburridos días (no fue solo uno) me transporté a cada rincón del globo. Todo esto solo en mi cabeza, desgraciadamente.

Pero volviendo a ese día en particular. Como era costumbre tenía en el ordenador abiertas; entre la bandeja de entrada y escritos legales; ventanas con mapas, enciclopedias virtuales con artículos de distintos lugares y blogs de algún entusiasta viajero. No puedo precisar cuando descubrí la existencia del camino de Santiago. Sé que sucedió mucho antes de estos días, pero fue en aquel cuando la idea me llego de la nada…

Pienso un rato (mientras alguien me grita por entregar vaya uno a saber qué cosa fuera de término) y decido que cuando llegue el momento haré el camino. Busco un poco en internet y descubro que una de las distintas rutas que lleva a Santiago de Compostela tiene una longitud de unos 350 kilómetros y demora, si todo marcha bien, alrededor de quince días. Aun si no hubiese sabido esto, el nombre me hubiese bastado para elegirlo… Se llamaba “El Camino Primitivo”. Luego entendería por qué. Resuelvo no investigar nada más y dejar que el camino me vaya sorprendiendo… A fin de cuentas ¿Cuánta ciencia acarrear caminar muchos kilómetros muchos días seguidos? Que confundido estaba aquella tarde…

Un guarda me toca el hombro. Levanto la vista y miro por la ventana. Estoy en Brujas. Era un viaje muy corto. Ya habrá otro tren para seguir con la historia…


El primer paso de los que le cabrían a 350 kilometros.

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